martes, 27 de abril de 2010

Hacele caso a un gil...


Un paso y un salto, otro y un pequeño charco. Era una noche oscura, no recuerdo si la luna menguaba o si aún no había salido. Pocos autos en la ciudad. El alumbrado público compensaba la oscuridad propia de la noche, que permitía a las estrellas ser las dueñas del cielo, al menos en aquel instante. El reloj mostraba que eran cerca de las diez de la noche, y el fresco de abril se empezaba a notar.

Llegue a una parada de ómnibus, como todas las noches. El hecho de que hubiera poca gente en aquel lugar parecía ayudar a dar un aspecto oscuro y misterioso a todo. Para mi era una noche normal, creo que para todos lo era. Mi pregunta fue el puntapié que hizo desplegar una larga alfombra, que calló escaleras abajo por un buen rato: -¿Ya pasó el 24?- Solo habían tres personas más. El hombre me miró y contestó amablemente pero en un tono no muy delicado: - Recién acaba de pasar, le comentaba a la señora que me preguntó lo mismo.- Al parecer, la señora había llegado apenas unos segundos antes que yo. El hombre se dispuso a mirarme; lo hizo tres o cuatro veces hasta que decidió romper el hielo y dijo: -Vienes de trabajar ¿o de estudiar?- De nuevo ese tono áspero llegó a mis oídos. Contesté que estaba estudiando, y coloqué el punto bien marcado al final de la frase, punto que no sé por qué deseé en ese momento que fuera el último de aquella conversación. Sin embargo volvió a mirarme y preguntó: -¿Qué estás estudiando?- Al bajar la cabeza me percaté de algo que aun no había visto, y que comenzó a generar contradicciones en mí. Una botella de plástico pequeña estaba en el suelo, entre las piernas del hombre. Parecía gaseosa, una media botella de gaseosa. Aun así, no había dejado de notar desde que estaba allí un olor fuerte a alcohol que provenía aparentemente del hombre que estaba sentado a mi lado. Mientras contestaba su pregunta, las luces de un auto se encargaron de revelar que aquello que estaba en la botella no era gaseosa, sino un líquido rosado, que lógicamente era vino. El hombre miraba seguido el lugar donde aparecería un ómnibus en cualquier momento. Fue ganando confianza, y comenzó a hablarme bastante. –Licenciatura en letras, es lo que está dando negro, tenés que romperte el alma, pero después estás tranquilo ¿ o vos viste algún licenciado pobre? Hoy hay que ser licenciado, aunque sea en madera guacho, pero hay que serlo.- El olor a alcohol cada vez me inundaba más, sobre todo cuando tomaba dos por tres un trago de aquella botella. Y luego continuaba habando – Yo hice hasta quinto de liceo, lo repetí dos veces y dejé, ya vi que no era lo mío. Es de lo que más me arrepiento hoy, de no haber estudiado. Vos sos joven negro, estudia, hacele caso a tu viejo, hacele caso a tu vieja, hacele caso a un gil. Tenes que tener unos huevos de oro pero después te la llevas de arriba cabeza.- Yo no sabía qué pensar, porque se me pasaron varias ideas por la mente. O era un tipo que tenía algo de estudio, porque hablar, hablaba muy bien, o justamente se dedicaba a eso: hablar para que le den dinero. También pensé que podía ser un simple tipo ebrio. Era joven, pensé que tendría alrededor de 35 años, cosa que después él mismo confirmó. – Yo llegué a tener treinta materias negro y no me daba más la cabeza, no me entraba más nada. Pero vos, tenes que estudiar, hacele caso a un gil. Este mundo cambia cada vez más rápido guacho, imagínate cuando vos tengas mi edad, yo tengo 37. Hay que estudiar. Pero hay que prepararse en cosas que sirvan. Abogados, escribanos, doctores, de eso está lleno, prepárate en algo groso. La licenciatura es lo mejor. Hoy si no estudias no sos nadie. Es triste pero es así. Hay que saber, pero no para hoy sino para el futuro. Esto cambia mañana, cambia pasado, el año que viene ya cambió un montón. Imagínate en cinco años- Yo estaba mudo, y me limitaba a hacer gestos y mover la cabeza. –Mírame a mi…- decía el hombre – podría haber estudiado y tener todo, y aquí estoy contando moneditas en una parada, viendo si puedo comer mañana. Me iba a ir en ómnibus pero con la plata del pasaje casi desayuno mañana. Hay que saber administrarse, y eso que vivo de changas- De repente se puso de pie, tomó en la mano su botella casi sin nada, y caminó hasta la mitad de la callé, se dio media vuelta y me dijo – Hacele caso a un gil.- y desapareció detrás de la esquina.

2 comentarios:

Richard Posse dijo...

Está muy bueno. Muy actual, auna anécdota que le puede pasar a cualquiera muy bien relatada. Es la primera vez que paso por tu blog. De un montón de enlaces a otros, en otro blog, caigo en este porque me gustó el nombre. Y veo que está muy bueno lo que escribís. Felicitaciones. Saludos.
Richard.

Rafael Tortt dijo...

Muchas gracias Richard, un abrazo!.