miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las heridas de mi mano


Hoy por fin lo entendí. Tal vez parezca un comienzo demasiado brusco, pero ni la cuarta parte del sacudón que recibí. Tanta gente, tantos años, tantos lugares y nunca me había percatado. Tantos sueños, proyectos y ambiciones. Risas, lágrimas, gritos, pasos y saltos. Lo peor es eso, que nunca me había percatado. No somos ni más ni menos, somos ellos mismos. Somos los mismos seres, con otra realidad, la misma carne, con otra experiencia. Somos los mismos huesos y el mismo polvo, la misma tierra con otro tono, y a veces con el mismo.  Yo soy ese pibe drogadicto de 15 años que dejó embarazada a esa chiquilina de 13, que sos vos. Es increíble, nos parecemos tanto y nunca levanté la vista frente al espejo. Es más fácil mirar el suelo, y jactarse de los zapatos de mierda que tenés puestos. Soy un ladrón, un asesino  que estuvo en la cárcel, que salió y volvió a matar mil veces. Vos sos una prostituta, una ramera, una rea incandescente que solo negocia con la noche. Somos casi lo mismo que ellos, casi. Nos hemos convertido en eso mismo que odiamos, en eso que tanto criticamos y decíamos que nunca llegaríamos a ser.  Comimos de la misma manzana que Adán, bebimos de la misma agua en donde los cuerpos  flotaban aguardando  la putrefacción. Recuerdo los juegos que de niños me regalaban en donde tenía que encontrar las diferencias entre dos dibujos. Parece que la vida no está siendo tan distinta de ese juego, a no ser por el estado temporal. No encontrarás las verdaderas diferencias hoy, sino ayer. El veneno que supura ese cuerpo ahora, es solamente la mutación de la porquería que consumió ayer, o antes de ayer, o hace mucho tiempo. No recuerdo haber llegado a casa y no tener casa, no recuerdo haberme sentado en la mesa y tener que hablarle a ella porque no había con quien hablar, ni qué comer. No recuerdo ni siquiera el frio de los inviernos,  y no lo recuerdo porque nunca existió. Siempre hubo cama,  siempre sábanas, frazadas y acolchados. Siempre hubo agua caliente para un buen baño. No había miedo, el cariño lo espantaba, no había terror sino amor en mi casa. Amé siempre la lluvia, porque la lluvia no me hacía sufrir, porque no tenía que estar bajo manteles de nylon agujereados para hacerle frente al temporal.  Sentía siempre la brisa como una caricia, porque los fuertes vientos tampoco atravesaban las duras paredes de bloque y ladrillo de mi morada. No tengo callos en los pies, porque nunca tuve que andar descalzo, ni con espinas en la planta del pie, ni pisando las gélidas heladas invernales.  Mis manos están limpias, sanas y tampoco tienen callos, nunca tuve que ensuciarme ni siquiera para ganarme la vida, mis padres hacían en trabajo duro por mí. No quiero que se malinterprete, el trabajo y el sacrificio no son más que muestras de la dignidad, y quien las tenga debe estar orgulloso de sí mismo. Solamente me pregunto: ¿Qué seríamos nosotros sin el amor de nuestra familia? ¿Qué seríamos nosotros si hubiéramos tenido que salir a pedir por la calle para poder comer algo? ¿Qué seríamos si en vez de un abrazo al llegar a casa, nos tocara una paliza y una pila de moretones? ¿En qué me hubiera convertido si mi padre fuera drogadicto, ladrón o asesino, o si mi madre fuera una prostituta? Mi madre se acostaba todas las noches conmigo hasta que yo me dormía ¿Y si me hubiera dejado solo? ¿Y si yo me hubiera tenido que levantar y vestir a mis hermanos para ir a la escuela mientras ella dormía? ¿Qué seríamos si en vez de una cama hubiera tierra, si en vez de paredes, cartón, y en vez de techo un agujero? ¿Qué seríamos si fuéramos huérfanos o si nuestros padres no hubieran abandonado en la calle dentro de un contenedor? Creo que al fin, no somos tan distintos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Laguna mental



A pesar del pronóstico del tiempo que habían dado, aquella era una noche estupenda, fresca, pero estupenda. Caminaba yo por la ciudad, mientras charlaba de varios temas con mi amigo. Sus frases actuaban como una suerte de consuelo, una especie de amortiguador, y al menos me permitía ver otra parte del mundo.  Es sorprendente lo que puede hacer el cansancio mental en la psiquis de uno, pero hasta que no sucede uno no lo entiende.  Caminamos alrededor de veinte cuadras, aunque yo hubiera deseado que fueran el doble, o aun más. No quería regresar en ese momento a mi casa, prefería seguir hablando o simplemente caminar.  Aun así el camino se había terminado y de repente la charla continuaba mientras esperábamos inertemente en una parada de autobús. Mi casa no tenía nada de malo, por el contrario, tenía una familia adorable y muy poca responsabilidad. No obstante, era como volver al mismo cansancio mental.
Muchos temas transcurrieron por el itinerario, tantos como ómnibus pasaron antes de que llegara el que yo necesitaba abordar. Me aburrí de decirle a mi amigo que si no fuera porque había llevado el auto al mecánico, ya había salido por ahí. Al despedirnos, un buen apretón de manos y un abrazo me arrastraron a la fila para subir. Una señora mayor, un señor con una niña, una mujer embarazada, otra señora mayor (con su cabello teñido de un color horripilante), una muchacha y luego yo.  Un último pantallazo al cielo y después apoyé el pie derecho en el primer escalón. Al meter la mano en el bolsillo para sacar mi billetera me encontré con un manojo de tres llaves, y un colgante de tela. La estaba examinando con cuidado cuando la voz del chofer me hizo dar un salto, con su elocuente “¡arriba!”. Como pude le entregué los veinte pesos que saqué de mi billetera y retiré el boleto. Una laguna mental, que pareció durar horas (aunque sé que no permaneció en mí más de tres segundos)  me invadió, y se apoderó completamente de mí. Estaba muy confundido, no podía pensar, no comprendía qué estaba pasando. Yo había llevado el auto al mecánico, pero a qué hora. No recordaba nada de eso.  De pronto, sin ni siquiera saber por qué, crucé el ómnibus lo más rápido posible, toqué timbre y me bajé por la puerta trasera. Al bajarme lo entendí.
¡Qué tonto! ¿Dónde tenía mi cabeza? ¡Nunca llevé el auto al mecánico! No sé que fue peor, pensar que dejé plantado al pobre señor que esperaba que yo le llevara el auto, o tener tan asumido que se lo había llevado que no vi el vehículo cuando pasé a su lado en el estacionamiento. Caminé veinte cuadras para tomar el ómnibus, mientras mi mente ciega, sorda y muda, ni siquiera se percató de todo lo que pasaba.  Yo estaba convencido, juro que lo estaba. Muy consternado comencé a caminar hacia el lugar en donde había dejado mi auto. Llamé a mi casa y avisé que estaba demorado, y que me había olvidado de llevar el auto al mecánico. Ya era tarde para llamarlo, pero tendría que hacerlo temprano en la mañana para pedirle disculpas. La carga que llevaba no era nada liviana, y el zapato derecho comenzaba a lastimar la parte posterior de mi pie.
Cuando por fin llegué, noté que había dejado la radio encendida. Por suerte, el motor se puso en marcha de todos modos. A pesar de que en mi casa, todos se reían cuando contaba lo que me había pasado, a mi me invadió una gran preocupación. ¿Cómo es que una persona puede autoconvencerse de tal manera que no se dé cuenta que no es cierto lo que cree que hizo o está haciendo? ¿Y si eso nos pasa en otras circunstancias o en otros aspectos de la vida? ¿Y si el episodio se repite y cometo errores más graves?

jueves, 20 de octubre de 2011

Galerías


Era de noche e iba con mi padre en lo que parecía ser un camión pequeño, o una camioneta cabina simple, como las procedentes de China que últimamente abundan por todos lados. Mi visión no era clara, por momentos era como estar mirando a través de vitrales. Al principio me crucé con un conocido, o mejor dicho, con el hermano de una conocida. Me extrañó mucho su cara, no estaba bien, estaba deformada. Continuamos camino y, aunque no recuerdo haber bajado de la camioneta, al momento siguiente estábamos en una galería. Era muy extensa y no lograba ver el final. Estaba hecha en su mayoría de vitrales marrones con vidrios que tenían mosaicos de hexágonos y triángulos. Me pregunté dónde estábamos. Me di cuenta que era una exposición, y que sin duda no estaba cerca de mi casa (por lo que me parece muy raro que mi padre estuviera conmigo). Había algunas mesas con papeles y otras cosas que no recuerdo bien porque no les presté atención. Me percaté que estaba muy bien vestido, con una camisa blanca reluciente, pantalón azul oscuro y zapatos negros. Mi padre estaba también con una formalidad poco usual. Seguimos recorriendo y tengo la idea de haber divisado la cara de una mujer de pelo oscuro y corto sentada en una mesa, pero no puedo asegurarlo. Comencé a sentir una voz que venía de un parlante de color negro, que estaba colgado en la pared. No puedo recordar qué decía aquella voz, pero era la voz de una mujer. Si no me equivoco, en alguna parte de aquella galería, tal vez en algún lugar pegado, estaban dando una conferencia. En ese momento me encontré con dos amigas y naturalmente nos saludamos y luego les presenté a mi padre. Ellas también estaban con una vestimenta bastante formal. Me llamó la atención haberle dicho a una de ellas – ¿Cómo estás? ¡Tantos años! ¿Qué es de tu vida?- Seguimos en la recorrida y me encontré en un pequeño balcón en el que habían unas pocas personas. Era raro estar ahí, hubiera jurado que pasaron muchos años. La siguiente imagen da lugar a mi casa, más precisamente a mi cuarto. Estaba cansado, era muy tarde. Al acostarme apoyé la cabeza y sentí una vibración en mi celular. Al parecer me había llegado un mensaje. Al fijarme vi un nombre que me llamó notablemente la atención, entonces quise leer el mensaje. Al intentarlo aparecieron las siguientes palabras “Cargando Archivo de Audio”. Estaba muy confundido por lo que pasaba. Un segundo después el teléfono decía “Reproducción en Curso” y una voz empezó a salir por el parlante. Casualmente la voz era muy conocida, tan así que resultó ser la misma que había escuchado hace un rato por aquel parlante en aquella galería, y decía lo mismo. Entonces una mezcla indescriptible de sentimientos me surgió y no pude dejar de pensar con un dejo gigantesco de nostalgia que ella estaba ahí, que ella estaba y no la vi.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Niña


Era un lugar muy extraño. Parecía extremadamente familiar, sin duda lo conocía. Sin embargo no era el mismo. Las paredes no eran las suyas, sino las de mi propia casa, el techo estaba un poco más alto y el mueble que estaba en el rincón era el mismo que había en la casa de mis padres hace algunos años. El ambiente era raro, no habían casi ruidos, una especie de zumbido, tal vez por el propio silencio, daba la impresión de que las cosas giraban en torno a lo que estaba ubicado en medio de la sala. Al acercarme, comprendí que era una cuna, una preciosa cuna hecha de madera labrada, muy bien trabajada. La miré, lo suficientemente cerca como para darme cuenta que se trataba de una buena madera, tal vez lapacho, y lo bastante lejos como para ignorar lo que luego sería una gran sorpresa. Dejando de lado la cuna, me acerqué a la ventana, y miré desde un segundo piso, la preciosa ciudad que habitaba fuera de aquel vidrio. Aquello estaba lejos de mi casa, pero tenía algo que a mi me fascinaba, aquel aire de pueblo, aquellas luces que parecían iluminarlo todo. En realidad la ciudad estaba bastante oscura, pero eso hacía que las partes iluminadas resaltaran mucho más. Muy tranquila como de costumbre, solo un par de personas caminaban por la vereda, y un auto cruzaba de vez en cuando. Había estado ahí solo una vez, cuanto tenía 18 años. Solamente fui dos días, pero fueron suficientes para enamorarme de aquella ciudad. Volví a mirar la cuna, decidido a acercarme a ella y tocarla. Caminé algunos pasos y cuando solo estaba a unos pocos centímetros me detuve en seco. Dentro de la cuna, para mi asombro, había un bebé dormido. Comencé a pensar que lo ilógico era mi sorpresa: ¿Qué iba a hacer una cuna en aquel lugar sino contener a un bebé? Un momento después una caravana en su pequeña oreja y su ropita rosada me indicaron que se trataba de una niña. Era hermosa, con una piel blanca, y unas pestañas bien formadas. Tendría unos 9 o 10 meses. Miré hacia atrás, luego a los costados, en busca de alguien que pudiera explicarme aquello. Y de repente la respuesta calló sobre mi, cuando la niña abrió sus ojos: eran iguales a los míos, eran casi los míos. Me miró sin casi ninguna expresión en la cara, y yo casi por instinto la tomé en mis brazos. Me miraba con una ternura incomparable, como nadie en mi vida me había mirado. Sus manitos juntas frente a mi pecho, exaltaban aun más su dulzura. Mi corazón comenzó a latir cada vez más deprisa, era feliz, y sentía el alma más llena que nunca. Ella apoyó su cabeza en mi hombro y nuevamente se quedó dormida. Puse mi mano en su espalda, y así nos quedamos los dos, en uno con el otro, en una paz que nunca había sentido. Volví a mirar la cuna y en ella vi gravado el nombre de aquella niña, y me di cuenta que en realidad ya lo sabía, siempre lo supe. Volví a dejarla en la cuna, y cuando volví a enderezarme dos manos llegaron desde atrás y alguien me abrazó, con una ternura en exceso conocida para mí. Luego todo terminó. Volvía a estar en casa, mirando el techo de mi cuarto, sin entender nada de lo que había pasado. Incluso sin recordarlo del todo. Dicen que en los cinco minutos siguientes en los que uno se despierta después de un sueño, olvida más del ochenta por ciento de lo que sueña, y así fue.
Comencé mi día como cualquier otro: un café con leche, dos tostadas y algo de queso. Gracias a Dios, había llegado el sábado. Luego de desayunar, un par de libros se apilaban en la espera, y tomé uno de ellos. Estuve alrededor de una hora y media leyendo hasta que sonó el teléfono.
-Hola…
-Hola ¿Cómo andas che?
-¿Qué haces Jeff? Acá ando, descansando del trajín de la semana ¿vos?
- Bien, marchando como siempre. Te llamaba para invitarte a la cancha hoy, juega Marcos en un rato en la categoría de 8. ¿Vas?
- Mmm…déjame ver, tengo cosas para hacer pero…
-Déjate de joder che, ¿te vas a perder el primer partido de tu ahijado?
-Tenés razón, dale voy.
-Bueno, te esperamos, un abrazo…
- Otro por ahí.
Puse el marcador de libros en la página en la que había quedado y lo cerré. Me levanté y apronté mis cosas. Era un día espectacular de primavera, pero estaba algo fresco, lo que me obligó a llevar un poco de abrigo. Tomé las llaves del auto y salí con la mayor tranquilidad del mundo. Un disco de Pink Floyd fue mi fiel compañero durante el corto viaje. Llegué a la cancha cuando el equipo de mi ahijado estaba saliendo. Había poca gente. La cancha estaba en muy buen estado y el lugar era muy lindo. El paisaje, la tranquilidad, y el viento se combinaban de buena manera. El juez pitó y el partido comenzó, al parecer Marcos era titular. Parecía una profesional en miniatura. Lucía una camiseta verde con blanco, que tenía su nombre en la parte de atrás, un short negro y zapatos blancos. Los gritos eran el factor común para ambos cuadros: gritaban los técnicos, los padres, hermanos, abuelos y toda la gente en general. El partido comenzó muy entretenido, muy truncado, de ida y vuelta. Después de unos minutos de estar tras uno de los arcos, me cambié de sitio para ver mejor desde uno de los lados de la cancha. Hasta el momento todo seguía 0 para los dos. Los padres seguían alentando, y cada vez con más ganas. Me pareció sentir un nombre raro, conocido aunque raro, pero supuse que era un error o que no tenía nada que ver con el partido. Luego una mujer de un poco más de mi edad, se acercó al tejido y volvió dar gritos de alientos seguidos por el mismo nombre. Esta vez me pareció más raro aún y un chucho de frío me recorrió de los pies a la cabeza. La miré y luego volví a mirar la cancha. Otra vez aquel asombro paralizante. Una serie de imágenes pasaban por mi mente, mientras la madre de aquella niña seguida gritando su nombre. La cuna, la niña, sus ojos, aquel lugar tan familiar. Un rollo extendido de fotografías con recuerdos olvidados, que punzaban desde adentro, mientras estaba perdido quizás en el mundo de las coincidencias o tal vez de las señales que nunca pude entender. Y por un segundo, volví a sentir a la niña en mis brazos, y al momento siguiente dos manos colmaron todo en un enorme abrazo, como el de aquella vez, como el de aquella tarde, como el que lapidaron tan lejos los años cobardes.

martes, 27 de abril de 2010

Hacele caso a un gil...


Un paso y un salto, otro y un pequeño charco. Era una noche oscura, no recuerdo si la luna menguaba o si aún no había salido. Pocos autos en la ciudad. El alumbrado público compensaba la oscuridad propia de la noche, que permitía a las estrellas ser las dueñas del cielo, al menos en aquel instante. El reloj mostraba que eran cerca de las diez de la noche, y el fresco de abril se empezaba a notar.

Llegue a una parada de ómnibus, como todas las noches. El hecho de que hubiera poca gente en aquel lugar parecía ayudar a dar un aspecto oscuro y misterioso a todo. Para mi era una noche normal, creo que para todos lo era. Mi pregunta fue el puntapié que hizo desplegar una larga alfombra, que calló escaleras abajo por un buen rato: -¿Ya pasó el 24?- Solo habían tres personas más. El hombre me miró y contestó amablemente pero en un tono no muy delicado: - Recién acaba de pasar, le comentaba a la señora que me preguntó lo mismo.- Al parecer, la señora había llegado apenas unos segundos antes que yo. El hombre se dispuso a mirarme; lo hizo tres o cuatro veces hasta que decidió romper el hielo y dijo: -Vienes de trabajar ¿o de estudiar?- De nuevo ese tono áspero llegó a mis oídos. Contesté que estaba estudiando, y coloqué el punto bien marcado al final de la frase, punto que no sé por qué deseé en ese momento que fuera el último de aquella conversación. Sin embargo volvió a mirarme y preguntó: -¿Qué estás estudiando?- Al bajar la cabeza me percaté de algo que aun no había visto, y que comenzó a generar contradicciones en mí. Una botella de plástico pequeña estaba en el suelo, entre las piernas del hombre. Parecía gaseosa, una media botella de gaseosa. Aun así, no había dejado de notar desde que estaba allí un olor fuerte a alcohol que provenía aparentemente del hombre que estaba sentado a mi lado. Mientras contestaba su pregunta, las luces de un auto se encargaron de revelar que aquello que estaba en la botella no era gaseosa, sino un líquido rosado, que lógicamente era vino. El hombre miraba seguido el lugar donde aparecería un ómnibus en cualquier momento. Fue ganando confianza, y comenzó a hablarme bastante. –Licenciatura en letras, es lo que está dando negro, tenés que romperte el alma, pero después estás tranquilo ¿ o vos viste algún licenciado pobre? Hoy hay que ser licenciado, aunque sea en madera guacho, pero hay que serlo.- El olor a alcohol cada vez me inundaba más, sobre todo cuando tomaba dos por tres un trago de aquella botella. Y luego continuaba habando – Yo hice hasta quinto de liceo, lo repetí dos veces y dejé, ya vi que no era lo mío. Es de lo que más me arrepiento hoy, de no haber estudiado. Vos sos joven negro, estudia, hacele caso a tu viejo, hacele caso a tu vieja, hacele caso a un gil. Tenes que tener unos huevos de oro pero después te la llevas de arriba cabeza.- Yo no sabía qué pensar, porque se me pasaron varias ideas por la mente. O era un tipo que tenía algo de estudio, porque hablar, hablaba muy bien, o justamente se dedicaba a eso: hablar para que le den dinero. También pensé que podía ser un simple tipo ebrio. Era joven, pensé que tendría alrededor de 35 años, cosa que después él mismo confirmó. – Yo llegué a tener treinta materias negro y no me daba más la cabeza, no me entraba más nada. Pero vos, tenes que estudiar, hacele caso a un gil. Este mundo cambia cada vez más rápido guacho, imagínate cuando vos tengas mi edad, yo tengo 37. Hay que estudiar. Pero hay que prepararse en cosas que sirvan. Abogados, escribanos, doctores, de eso está lleno, prepárate en algo groso. La licenciatura es lo mejor. Hoy si no estudias no sos nadie. Es triste pero es así. Hay que saber, pero no para hoy sino para el futuro. Esto cambia mañana, cambia pasado, el año que viene ya cambió un montón. Imagínate en cinco años- Yo estaba mudo, y me limitaba a hacer gestos y mover la cabeza. –Mírame a mi…- decía el hombre – podría haber estudiado y tener todo, y aquí estoy contando moneditas en una parada, viendo si puedo comer mañana. Me iba a ir en ómnibus pero con la plata del pasaje casi desayuno mañana. Hay que saber administrarse, y eso que vivo de changas- De repente se puso de pie, tomó en la mano su botella casi sin nada, y caminó hasta la mitad de la callé, se dio media vuelta y me dijo – Hacele caso a un gil.- y desapareció detrás de la esquina.

viernes, 15 de mayo de 2009

Eutanasia y Naturaleza


“Si existe más de una clase de eutanasia entonces su carácter ético es relativo.”

Cuando nos referimos a la eutanasia hablamos de un problema, que incluye el área de la filosofía.

Hablamos de un problema filosófico ya que tiene que ver con las circunstancias del hombre como tal (como hombre, ser pensante, racional y con capacidad sentimental). Es un tema significativo, y no es trivial ni personal. Tiene que ver con una de las situaciones límites más complejas: la muerte; y a la vez con las relaciones y elecciones de vida. Por otra parte incluye otras áreas, siendo un problema jurídico, religioso y ético-moral.

Más allá del significado etimológico de la palabra “eutanasia”, me es entendida como una manera de morir sin sufrimiento, o al menos con el menor posible. Se realiza ante enfermos terminales. En algunos casos se le aplica un elemento al enfermo (eutanasia directa) y en otros se le sustraen medios artificiales (eutanasia indirecta).

Puede hablarse de eutanasia en dos sentidos. Por un lado nos podemos referir al concepto. Es aquí donde podemos emitir los juicios: “la eutanasia es moral” o “la eutanasia es inmoral”. Sin embargo al momento de analizar la veracidad de estos juicios es necesario apelar al otro sentido: el de la acción. Sin duda es un tema muy delicado y complejo. En este caso hablar de la eutanasia como algo bueno o malo sería caer en prejuicios. Es una problemática ética y moral y por lo tanto potencialmente subjetiva. ¿Existe una sola ética y una sola moral?¿Todos tenemos los mismo valores?. Naturalmente, no. Podemos compartir valores, pero en mayor o menos medida estos difieren de una persona a la otra. Por lo tanto deben existir diversos puntos de vista sobre el tema, y cada caso debe ser tomado aislado del resto. Desde esta perspectiva no debe hablarse de la eutanasia, sino de casa caso de eutanasia. De esta manera arribaremos a la cuestión central del tema.

El fin perseguido tras la eutanasia es darle a la persona una vida digna y una muerte digna. Ahora bien ¿qué es entonces una vida digna?¿se puede tener una muerte digna?¿quiénes somos nosotros para decidir si la vida de una persona es digna o no?

El Hombre tras el proceso socializador es poseedor de valores, adquiridos de la sociedad en la que vive. El individuo se adapta e interioriza los valores. Entonces podemos plantear ¿se puede hablar de una vida digna si el individuo no crea sus valores o no los escoge? Sería tan arriesgado decir que sí, como afirmar que no.

Plantea Heráclito de Éfeso (S.VI a.C) en el fragmento 2: “…conviene que se siga la universal (razón), es decir, la común, ya que lo universal es lo común…”. Este filósofo afirma que la realidad está dada por leyes naturales que forman lo universal. Dice además que el mundo es regulado por una medida o proporción que varía. Identifica en lo natural lo permanente.

Por otra parte Immanuel Kant (S.XVIII) decía que debemos hacer todo aquello que se pueda convertir en ley universal. Entonces ¿qué es aquello que se puede convertir en ley universal?¿ Dejar que la naturaleza decida el momento de la muerte de una persona? ¿ o intentar evitar el sufrimiento de la misma siempre que sea posible.

Existen casos de enfermos terminales que están concientes de su situación. Por tanto ¿no son ellos sueños de sus vidas? Tal vez en una situación así el enfermo debería decidir si quiere la aplicación de la eutanasia o no. No obstante ¿qué nos garantiza que una persona que toma una decisión de este tipo esté en sus facultades plenas?. Por ejemplo una persona que sufra de depresión seguramente va a querer morir, pero tal vez mediante medicamentos adecuados la persona se sienta mejor y decida que no se le aplique la eutanasia. Sin embargo cabe que nos preguntemos ahora, qué nos garantiza que los medicamentos doten a la persona de sus facultades plenas. Además ¿qué es lo natural en la persona, la situación en la que estaba antes de tomar los medicamentos o en la que está luego?. Tal vez lo natural y permanente en la persona y en el cosmos sea el cambio, como planteaba Heráclito.

Aún más complejo de torna el tema cuando se trata de un enfermo que ha perdido sus facultades psíquicas o no se encuentra conciente. Existen casos de personas que pasan años, incuso décadas en esa situación. En esos casos ¿de quién debe ser la decisión?¿del médico, o de la familia?¿Hasta que punto un médico o la familia del enfermo tienen derecho a decidir sobre la vida de él?¿qué nos asegura que la perdida de las facultades psíquicas es totalmente irreversible? ¿Hay alguna razón contundente que nos permita fundamentar que una persona inconsciente no pueda despertarse con el pase del tiempo? Es definitivamente muy complejo. Sin embargo hay una instancia que creo que estoy salteando. A la hora de ver un caso de posible eutanasia hay que tener en cuenta la familia y allegados del enfermo. ¿Cuánto puede sufrir una familia tras visitar a una persona inmóvil, en estado vegetal o inconsciente, a lo largo de años dentro de un centro de atención médica? Claro está, es sufrimiento de una familia es un asunto que recae por debajo de la importancia de la vida, pero de todos modos debe de tomarse en cuenta (sobre todo a la hora de juzgar un caso de eutanasia ya realizado).

Una de las características de los problemas filosóficos es que son muy amplios y abarcativos. La eutanasia como tal, no solo es un problema ético-moral, sino también jurídico y religioso.

En la legislación Uruguaya la eutanasia es planteada como un delito, específicamente como un homicidio. El artículo 310 del Código Penal Uruguayo plantea: “El que con intención de matar, diere muerte a una persona será castigado con veinte meses de prisión a doce años de penitenciaría.” No obstante el artículo 37 de dicho Código reconoce la existencia del homicidio piadoso: “los jueces tienen la facultad de exonerar de castigo al sujeto de antecedentes honorables, autor de un homicidio piadoso, efectuado por móviles de piedad, mediante súplicas reiteradas de la víctima”. De este modo la eutanasia en algunos casos es contemplada por nuestra legistalación. Sin embargo deben darse expresamente las condiciones previstas en el artículo: el autor del delito debe tener antecedentes honorables (¿esto garantiza la honorabilidad?), y debió ser impulsado por móviles de piedad, tras reiteradas suplicas.

En el Código de Ética Médica del Sindicato Médico del Uruguay también se regulan ciertos aspectos sobre la eutanasia. Se presenta una contradicción en el artículo 42 con los artículos 43 y 44. El primero establece que la eutanasia va en contra de la ética médica. En cambio en los artículos 43 y 44 se contempla el acto piadoso, siempre y cuando tenga como fin ayudar a la persona a morir dignamente (¿esto es posible?), y/o respete la decisión del enfermo.

Ambos códigos plantean un orden normativo. En él caso del Código Penal presenta una regulación jurídica (por tanto obligatoria), mientras que el Código de Ética Médica plantea una serie de artículos dirigidos al juicio ético de cada médico. Podríamos decir que tanto el artículo 310 del Código Penal Uruguayo como el artículo 42 del Código de Ética Médica están en contra de la eutanasia. En cambio el artículo 37 del Código Penal Uruguayo como los artículos 43 y 44 del Código de Ética Médica la contemplan bajo determinadas circunstancias.

Podríamos reflexionar sobre ¿Por qué el ámbito jurídico no coincide a veces con la ética? La respuesta está planteada anteriormente: hablar de “la ética” sería admitir que hay una sola ética, juicio que es erróneo.

Anteriormente destacamos que la eutanasia también es un problema religioso y sin duda que lo es. En el caso de la Iglesia Católica está a favor del derecho a la vida, incondicionalmente. En palabras del Cardenal Franjo Seper “…nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano…Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo… se trata en efecto de una ofensa a la dignidad de la persona.” Interesantes frases plantea el Cardenal. Para analizar sus palabras volvemos a las preguntas ya mencionadas: ¿no somos dueños de decidir sobre nuestra vida? ¿Dónde queda nuestra libertad? ¿Qué es una vida digna? ¿Es posible una vida digna si no podemos decidir sobre ella? Innumerables son las preguntas que surgen, interrogantes muy amplias que aun no tienen (y dudo que tengan) solución para los hombres.

Así como el que critica una cultura sin conocerla ni ser parte de ella, cae en el etnocentrismo, posiblemente quienes reflexionemos sobre el tema (eutanasia) desde la pura teoría, sin haber pasado por una experiencia de esta índole, aportemos nuestras ideas conceptuales y puntos de vista dejando a un lado las importantísimas huellas que se generan en una experiencia de vida. Nuestros puntos de vista varían según la posición en la que estemos. Sin duda existe una realidad, igual o diferente a la que percibimos. Sin embargo algo es claro: La realidad supera la teoría.

La hipótesis que se plantea al comienzo del trabajo se comprueba ya que la eutanasia se sitúa según el nivel de las intenciones o de los métodos usados. De esto depende su aspecto ético, y como tanto intenciones como métodos varían, también lo hace su carácter ético.


lunes, 16 de marzo de 2009

Filosofía: ¿De qué carajo hablamos?




-Charlie: Estamos aquí reunidos para charlar sobre lo que es la fisolofía...
-Marcos: filosofía Charlie, filosofía…
-Charlie: sí eso mismo Marcos, fisolofía. Ustedes son nuevos en esto y por eso vienen a escuchar a un esperto como yo. La fisolofía…
-Marcos: …filosofía…
-Charlie: eso…es a primera vista el resultado de un montón de viejos, canosos, intelectuales, de lentes, que tienen tanto tiempo libre que se dedican a complicarnos la cabeza a nosotros, con sus textos complicadísimos. En un plano más profundo, es algo un poco más interesante.

¡Corten!

Bueno hablemos en serio de esto.
La filosofía es en palabras simples una disciplina, un saber, que trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas. Ustedes buscarán una definición un poco más técnica en un diccionario filosófico( como en el de Ferrater Mora) .
La palabra Filosofía proviene del griego, y significa “amor a la sabiduría”. Nació en la Grecia Antigua, y es considerada la madre de todas las ciencias (debe tenerse en cuenta que la filosofía no es una ciencia, ya que no utiliza el método científico y no existe en ella una posibilidad de experimentación).
Si hablamos del objeto de estudio de la filosofía, podemos decir que es muy amplio. Comprende el estudio de la vida, el alma, el universo, la presencia del hombre en él, entre otras muchas áreas. La filosofía estudia por medio del razonamiento, la crítica y la reflexión.
Está compuesta por un conjunto de disciplinas, y a continuación se muestran algunas:
-Antropología filosófica: Estudia al hombre considerado como totalidad, y su lugar en el universo
-Estética: Estudia el valor “Belleza”, su naturaleza, su relación con otros valores y con la actividad artística.
-Ética: Estudia el valor “Bien”, su naturaleza, su relación con otros valores y con normas morales que rigen actividades humanas.
-Axiología: Estudia los valores(religiosos, éticos, estéticos, lógicos, prácticos, etc) en su conjunto.
-Gnoseología o teoría del conocimiento: Estudia el problema del conocimiento, su esencia, su origen, sus límites.
-Lógica: Estudia los métodos y principios para determinar si un razonamiento es correcto o no lo es.
-Metafísica:
A- General: También conocida como Ontología. Estudia el problema del ser, las relaciones entre esencia y existencia, los principios ontológicos fundamentales de la realidad.
B- Especial: Estudia a Dios, el alma y el universo, vistos como una totalidad.
-Filosofía del lenguaje: Estudia el origen, esencia, forma del lenguaje y su relación con el pensamiento y la realidad.
-Filosofía de la ciencia o Epistemología: Estudia los problemas de fundamentos de las distintas ciencias, sus métodos y el valor de la ciencia como actividad humana.
Otras disciplinas que componen la filosofía son: filosofía de la historia, filosofía de las religiones, filosofía del derecho, filosofía política, entre otras.
En lo que he escrito hay una palabra que se repite varias veces y es “esencia”, y se refiere a lo permanente, invariable y fundamental de las cosas.
En la unidad I del programa de Primero de Bachillerato Diversificado (pueden consultarlo en el siguiente enlace http://www.ces.edu.uy/reformulacion2006/programasbachillerato/FILOSOFIA%20BACHILLERATO.pdf) presenta a la filosofía como un “pensar problematizador”. La principal tarea de la filosofía es intentar resolver problemas filosóficos. Primero que nada: ¿Qué es un problema?. Bueno, puede definirse como una situación que nos obliga a tomar una decisión, nos obliga a hacer algo o dejar de hacerlo (y esto último también significa hacer algo). Los problemas filosóficos son una clase de problemas que cumplen algunas condiciones:
-Tienen que ver con las circunstancias del hombre, del ser humano como tal. No se refiere aquí al aspecto biológico, sino a todo aquello que hace que el hombre sea hombre (pensamiento, razonamiento, sentimientos, etc). No puede ser personal (individual), ni trivial (que carezca de importancia).
-Pueden coincidir total o parcialmente con problemas del arte, política, problemáticas sociales, científicas, religiosas, etc.
-En ocasiones están relacionados con situaciones límites (son aquellas que se nos presentan en la vida, y que nos marcan. Pueden ser agradables o desagradables. Ejemplo: la muerte.).
Creo que por hoy es suficiente, espero que les sirva y que no les haya resultado demasiado aburrido. Posiblemente más adelante publique una lectura de algún autor, que muestre con un poco más de profundidad aspectos de la filosofía y de la relación tan estrecha que existe entre ella y el hombre. Si buscan en publicaciones anteriores, entontrarán información sobre el conocimiento y sus fuentes.
Aclaración: Soy un novato.
¡Qué grande la FISOLOFÍA!