miércoles, 30 de abril de 2008

Aruera


Aruera de onduladas hojas, de un verde imperante, y tallo leñoso. Planta de malvada fama, víctima de los engaños, pones trampas a los hombres. Quien viene cansado y posa en tu sombra, se levanta aliviado, sin darse cuenta a veces que tu nube purpúrea se instaló en su cuerpo; mas llega a su casa cuando se da cuenta, pero ya es muy tarde para prevenir. Sufre aliviado, porque no es dolor lo que siente, si no desesperación. El hombre no puede mojarse a menos que desee que la situación empeore. Tú, Aruera, árbol del cerro y de la llanura, pero sobre todo del cerro. Yaces inmóvil, como toda tu familia, y sin embargo al menor roce sabes cómo atacar. Te defiendes en vida, y descargas tu ira en quienes se acercan. Tristes recuerdos de amores calcinados, engaños vividos, recorren tus raíces. La gente cree engañarte, con un saludo a la inversa, pero tú sabes muy bien, distinguir la tarde de la mañana, el día de la noche, el sol de la luna.
Ves la llegada del ruido, sientes el metal arribar a ti y desde el momento del impacto, un chorro de lava despides de tu cuerpo. Lava que no quema, pero deja secuelas, sustancia verdosa que recordará a tu asesino, su víctima. Ves a tus hermanas caer y tú sigues ahí, de pie, honrada, sin pensar un segundo en abandonar la lucha, sin siquiera abordar la idea de caer sin pelear.
Eres simplemente un árbol, y eres mucho más que eso. Tu vida es muy simple, y tu existencia muy compleja. Pues no existe otro árbol que viva como tú, aferrada al suelo y tenga el don de repeler a los hombres, de la misma manera que puedes hacerlo, Aruera. Fuiste creada por la naturaleza misma de lo natural, fuiste concebida porque un ser así lo quiso.
Luchas cruelmente con el viento, te adecuas al tiempo, generas tu espacio. Detienes la lluvia. El granizo que trapaza tus hojas, es también rociado con tu savia, pero este es inmunerable porque carece de piel, y de vida. Te burlas del sol en los días de verano. Lloras en silencio tus recuerdos perdidos. Es aquí donde tu hoja se seca, no por la falta de agua, si no por abundancia de rencor. Es la hoja seca, quien da lugar al nuevo broto, que trae su propia causa, que coincide con la de lo que una vez fue parte de ti.

domingo, 6 de abril de 2008

Viven como ovejas.


¡¡¡Bueno, señoras y señores!!! Definitivamente la imagen anterior lo explica casi todo. Estamos ante un caso, de equinovinería. No, no vende vino; y mucho menos lo hace el caballo. ¡Por favor! .Qué barbaridades son esas. Se trata de una nueva raza de equinos. Se trata de la interpretación de las frases: “El mercado lanar ha crecido un montón”, y “Quien posee lana hoy en día, anda más rápido en el campo” .Este ejemplar se encuentra en la ruta 9 y acaba de ser esquilado(su lana fue enviada a Chile).Es el quinto que se encuentra en nuestro país. El primer caso de equinovinería se dio el 1932, cuando un ejemplar ovino, desapareció de una chacra, por tres días, y regresó con tres mechones de pelo equino y una dentadura postiza nueva. No es muy difícil adivinar lo que sucedió en esos “tres días misteriosos”.Sin embargo decidimos hablar con el equino para asegurarnos de lo ocurrido. Cuando hablaba con nosotros, se emocionó mucho, y... no olvidemos que es su pasado. Nos decía que fue su tátara tátara abuelo, el primero de esta raza. Según el equino, él y su progenitor se sentaban todos los días luego de Telenoche (Edición Central), al lado de la estufa, a conversar y escuchar historias. Era lo único que se podía hacer. Obviamente no había televisión, y mucho menos computadoras. Solo los interrumpían el canto de algún ave, o la llegada de un mensaje de texto. Su padre le contó la historia de su raza, porque ha pasado de generación en generación. Resultó ser que la noche en que el ovino escapó de la chacra (con ayuda de las gallinas), se llevo con él (o ella, porque eso es algo que nunca se supo) todo el equipamiento del veterinario Bartolo. Cuando llegó donde el equino (tátara tátara abuelo, de nuestro amigo lanar), habló con él y le explicó la necesidad de unir a las ovejas con las vacas. Así llegaron al acuerdo, de que el ovino extrajera unos genes del equino, o de la oveja misma y los introdujera en el otro.-Fue todo un viaje- expresa nuestro amigo. Y sí…no es fácil hallar un gen con una lupa y un bisturí. Pero al fin lo encontró. Y gracias al (o a la) ovino (1928-1935 Abra Perdomo) hoy podemos ver ejemplares como el que está frente a nosotros ahora, o como el que ustedes ven en la fotografía. La ciencia no se lo explica, la filosofía dice que no sabe aun si existe, y a la sociología no le interesa, porque aun no existen antrovinos. Bah…que falta de coherencia.