viernes, 16 de noviembre de 2007

De la noche a la mañana


Hacía tres horas que reposaba en su cama tratando de dormirse. Cuando llegó a ella estaba agotado. Sin embargo el cansancio desapareció como por arte de magia, cuando su espalda se apoyó en el acogedor colchón. Desde entonces su mirada estaba perdida, tenía los ojos como platos y no podía juntar los párpados más tiempo que el necesario para parpadear. Su mente describía un vacío, estaba en blanco. Al parecer sus sentidos no respondían para nada. No había ruidos, ni aromas en aquel oscuro cuarto; tampoco nada para ver y ni siquiera sentía que su mano estaba tocando las sábanas. De un momento al otro el hombre se enderezó parcialmente en su cama, quedando apoyado en su codo, sobre el colchón que se hundía un poco más en la unión del brazo y el antebrazo, que en el resto del cuerpo. Con su mano izquierda, tanteó en la meza de luz y encendió una lámpara que iluminó tenuemente la habitación. Volvió a la posición en la que estaba hace un momento: apoyado en su codo, sobre la cama. Se quedó en silencio y pensativo; era evidente que tenia ganas de hacer algo. Pero la pregunta era: ¿Qué quería hacer?, ¿Qué querría hacer un hombre a la una y media de la madrugada que lo mantenía despierto?.¿Leer?No.¿Escuchar música? No. La tercer idea que le vino a la cabeza fue la que más lo convenció: tenía ganas de hablar con alguien. Pero…¿Con quién?Esa pregunta no era necesaria para él, era obvio que con la única persona que desearía hablar a esa hora sería con Ella. Se quedó aún más pensativo. Era raro aquello que sentía, porque de tener esa chica en frente no sabría que decirle. Y era cierto, no estaba enterado aún cuál era el tema de la conversación que quería entablar con esa muchacha. Un simple bostezo fue el máximo movimiento que el hombre realizó después de prender la lámpara. Luego de eso cerró los ojos unos segundos para concentrarse más en su pensamiento. Cuando los abrió muchas cosas habían cambiado. En primer lugar el cuarto estaba más iluminado que antes, pero ahora la lámpara estaba apagada al igual que el ventilador. El hombre se encontraba en la misma posición, con los ojos como si recién se hubiera despertado, o si no hubiera dormido. Hacía más calor y su figura estaba marcada en la sábana por le contorno que dibujaba el sudor de su cuerpo. Un olor raro y llamativo, pero bastante placentero cubría el lugar .El joven no entendía nada de lo que pasaba. Recorrió la habitación con sus ojos; y cuando estos enfocaron el colchón, allí estaba: una caravana enchapada en oro, de muy buena calidad, que él mismo había comprado en una tienda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hacete un libroooo!!!
esta de mas todo besoo
cuidatee pensaalo de el librooo
contaaa siempreee
beso


katy_kitty