domingo, 5 de octubre de 2008

Confusión por un pelo.


Parado frente a la vereda que estaba enfrente de mí, ahí estaba yo. Al costado de la parada de autobuses. Por encima del suelo y por debajo del cielo. Caminé unos cincuenta pasos para llegar al quiosco. Necesitaba goma de mascar. Algo para poner en mi boca y calmar los nervios. El chicle con efecto de azúcar lograba canalizar mis pensamientos. Aquello que había visto no era algo común, no podía serlo. Mi zapatos se frotaban entre si y las piedrillas del suelo se internaban en las suelas. En mis manos se abrían marcas creadas por mis propias uñas. No le podía encontrar una explicación al suceso. Subí al autobús y me fui meditando todo el camino hasta mi casa sin hallar un consuelo, con el aire fresco golpeando mi rostro. Al llegar, dejé mi billetera sobre la mesa. No dije nada a mi esposa ni a mis hijos, supuse que se reirían. Puse mis ojos en la televisión si poder mirarla un segundo. Primero pensé en desentenderme y dejar lo que había visto, de lado. Pero luego pensé en dos cosas, por una parte si todos los hombres hiciéramos caso omiso a todo, el mundo sería más indiferente de lo que es hoy. Lo otro que se me vino a la mente fue la frase de una profesora que tuve en la secundaria: “El hombre tiene curiosidad, y la duda lo mueve más que cualquier causa”. Definitivamente la incertidumbre no me era grata. Yo tenía que saber lo que allí pasaba. Al acostarme no pude dejar de pensar en qué iba a hacer para enterarme de todo, y descubrir si era solamente una ironía de la vida o algo mucho más profundo. Luego de dos horas de desvelo opté por la idea de ir a cortarme el pelo en la tarde siguiente. Mis ojos se abrieron temprano en la mañana, sin realizar ese momento medio que suelen hacer casi siempre al despertarme; esa instancia donde no están ni abiertos ni cerrados. Me vestí más rápido de lo normal. Luego del desayuno me sobró tiempo y tuve que sentarme en el sillón a esperar que un momento más cercano arribara para dirigirme a la parada de autobuses. Ya camino al supermercado, por primera vez pensé en otras cosas que las de siempre. Hoy no me preocupaba la larga jornada de trabajo que me esperaba reponiendo azúcar, cereales, lácteos y otros alimentos. Solo pretendía que llegara la hora que tenía de descanso. Traté de distraerme mirando ligeramente los alimentos que pasaban por mis manos. Sin embargo aquello parecía una grabación en cámara lenta. Por fin llegó la hora. Me desligué de mi uniforme, y me puse ropa de andar. Recorrí tres cuadras y doblé por una callé más ancha que las demás. Ahí estaba la peluquería. Me detuve en la vereda de enfrente. Aquella imagen parecía la misma que estaba en mi memoria. El mismo señor calvo de ayer estaba sentado en el sillón y a su lado una persona con indumentaria de peluquero. Crucé rápidamente la callé y me detuve frente a la puerta. Hice un alto y respiré hondo. Tomé el pestillo, le di una media vuelta y empujé la puerta. El hombre que estaba a un costado del señor calvo me recibió con una amplia sonrisa. Pronunció un nombre raro y de inmediato una mujer rubia apareció detrás de una puerta. Me invitó a sentarme en un sillón. Antes de que me lo preguntara le dije que simplemente quería una corte en mi pelo. Desde donde estaba podría ver el resto de la peluquería. El hombre calvo seguía conversando con quien estaba su lado y este le frotaba la cabeza con algo que tenía en su mano, algo que parecía una gasa. Yo sabía que era solo cuestión de tiempo, algo iba a pasar. Podía sentir la ambigüedad de todo el ambiente. El peluquero dejó un momento solo, al hombre que estaba sentado a varios metros de mí. Al volver, ya no llevaba en sus manos aquello que tenia aspecto esponjoso, pero entre sus dedos había otro objeto blanco. Mis sospechas no eran en vano. El peluquero entregó la bolsita transparente, con un contenido blanco, al hombre calvo. Este se la guardó en el bolsillo. Todo lo hicieron de manera disimulada pero alcancé a ver lo que pasaba. Unos minutos después el hombre calvo salía de la peluquería, como si nada hubiera pasado. Yo aun estaba sentado en aquel sillón. El peluquero había desaparecido tras una puerta y la mujer que se estaba ocupando de mi cabello aseguro que regresaría en breve. Apresuradamente y dominado por los nervios, saqué de mi bolsillo el teléfono celular que estuvo a punto de resbalar de mis manos. Mi corazón latía rápida y estrepitosamente. Marqué rápido el número y llamé. Me atendió una voz de mujer y sin darme cuenta que estaba gritando dije al teléfono- ¡Estoy en la peluquería de la calle Solsticio, número 723, venden droga, venden droga ¿me entiende?...qué esperan para venir, que venga rápido un policía, le acaban de vender droga a un tipo totalmente calvo!-. Colgué el teléfono con mis manos temblorosas y al instante sentí que algo muy duró me golpeó en la nuca, y todo se volvió negro. No sé cuánto tiempo permanecí inconsciente. Cuando desperté me dolía mucho la cabeza y la espalda. Sentía las sirenas que se acercaban cada vez más. Pude abrir los ojos y vi que estaba sentado en el sillón en el que antes estaba el hombre calvo. Me miré al espejo y en mi cabeza ya no había pelo. Podía apreciar la piel que cubría mi cráneo. Me di media vuelta y me percaté de que en la peluquería ya no había nadie más. Acto seguido entraron tres policías por la puerta y pude ver dos mas por la ventana, todos ellos apuntándome con sus armas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola rafa!!!! wuee rafaa q te puedoo decirr sos un kapoo asii de facill terriblee escritor chee vs vas a hacer un profesorado de literatura?deberias:D jeee
besootess
y aaaa algo q te queria preguntar! porq cada vez q leeo con entuciasmoo tus cuentoss no tienen final y me termino quedando con la intrigaa bue buee no tenes q contestarmeloo seguramente es para q tengaa mas ..como explicarlo?¿ para q sea mas mmm divertidoo y q te atraigaa jaa!!!

besootess
segui asii te re kieroo rafa

cuidate muchoo y seguimos en el chat...

////chofiii////

Anónimo dijo...

Holis!!!!!!!!!!
bueno Rafa la verdad viajastes con este
cuento no sera lo que le paso
alprofe de bio??? jajaj
se lo masotras depues te pega una patada en el tuje jajaj...
y ta sabes qu ete kiero mucho
no se que decirte que ya no haya dicho un besote...
















♥♥♥ANY♥♥♥

Unknown dijo...

El final es muy bueno, surreal, fantástico. Continúe.

Pedro Peña dijo...

Buen relato Rafael. Con buen ritmo narativo, oscuro, inquietante. Bien Hecho.